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El crecimiento de la población mundial exige una producción agrícola intensiva sin comprometer los recursos hídricos. La gestión eficiente del agua es clave para una agricultura sostenible.
Incluye técnicas de riego adecuadas, monitoreo de la humedad del suelo, uso eficiente del agua y protección de las fuentes hídricas. Las tecnologías modernas permiten automatizar muchos de estos procesos.
Mayor productividad: Riego optimizado mejora el crecimiento de los cultivos.
Ahorro de costes: Menor consumo de agua, energía y fertilizantes.
Conservación del suelo: Previene erosión y salinización.
Sostenibilidad ambiental: Protege acuíferos y ecosistemas.
Los sensores detectan la humedad y activan el riego solo cuando es necesario. Esto reduce el desperdicio de agua y mejora la eficiencia general.
Cada cultivo tiene su propia huella hídrica. Por ejemplo, el tomate necesita 200 litros/kg, mientras que el arroz hasta 2.500 l/kg. Optar por cultivos de menor consumo puede ser una buena estrategia.
La gestión del agua es esencial para el futuro agrícola. Invertir en soluciones inteligentes asegurará la producción de alimentos y el equilibrio ambiental.