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Los fertilizantes naturales son pilares fundamentales de una agricultura sostenible. A diferencia de los fertilizantes químicos que degradan el suelo con el tiempo, los naturales lo enriquecen y mejoran su estructura. Mantener la calidad del suelo es esencial para el éxito agrícola a largo plazo.
Es un producto derivado de fuentes naturales como estiércol, compost o abonos verdes. No pasa por procesos químicos y mejora el contenido orgánico del suelo, fomenta los microorganismos, retiene mejor el agua y fortalece las raíces.
Mejora de la estructura: Aumenta la aireación y la capacidad de retención de agua.
Equilibrio del pH: Previene la acidificación o alcalinización del suelo.
Actividad microbiana: Estimula organismos beneficiosos en el suelo.
Equilibrio nutricional: Proporciona nitrógeno, fósforo, potasio de forma natural.
En lugar de agotar el suelo, los fertilizantes naturales lo nutren. Reducen la erosión, son inocuos para el medio ambiente y favorecen la biodiversidad. Los cultivos son más saludables y atractivos para los consumidores.
Se pueden incorporar antes de la siembra o aplicar mediante riego. Con uso adecuado y continuo, se obtienen mayores rendimientos y se protege la sostenibilidad ambiental.